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El kiosco de la plaza

ÁNGEL CHACÓN ROMERO, DEL KIOSCO DE LA PLAZA MAYOR

Este kiosco perenne y cambiante ha sido testigo y cooperador necesario en miles de historias de Albacete, y por allí estaba Ángel Chacón cuando aún no era un joven promesa del Albacete balompié, y José Antonio Camacho sólo era uno de los numerosos pateadores de espinillas que jugaban al fútbol en los solares, en equipos de siete o de catorce, sin balón, ni reglamento, y sin otro límite de tiempo que la hora de recogerse.
Ángel Chacón conoció a todos los de la plaza cuando era mercado: al hijo de "la Morena", que vendía plátanos, al que visitaban bandadas de gorriones que se posaban en su cabeza y sus hombros , con los que hablaba imitando sus trinos y gorjeos cuando comían de su mano, porque era un santo, como los que lo añoramos y varias generaciones de gorriones podemos testimoniar. Cuando murió, desaparecieron los gorriones de aquel puesto, y nunca más volvieron.
Y conoció a la madre y al hermano de Teresa, que tenían un carro con lecheras de aluminio con aguacebada, limonada y zarzaparrilla, que refrigeraban en un lecho de hielo picado, que se licuaba dejando un reguerillo cuesta abajo, y justo al lado, estaba el hombre que ponía sobre una caja bocabajo su cesta de mimbre con dos tapas, que vendía rollos de matalahúva y rosquillas, acechado por los críos y las moscas.
Ahora les cascarían una multa por no tener registro de sanidad, no llevar envoltorio y etiquetaje, y no espantar con algún artilugio a los pájaros.
Y también conocía a los del taller de bicicletas y motos de la plaza, donde se comentaban las hazañas de Bahamontes y se estrenó el pegamento para los parches, que erradicó el recauchutado para arreglar los pinchazos de las ruedas.
Y conoció a todos los que trabajaban en el bar Manolo, el bar Juan José, el bar Pepe, el Bar los Corales, donde se mataba el gusanillo con un café y un aguardiente a las cinco de la mañana, cuando acudían todos los vendedores al mercado, como Carmen, su madre, que era pescadera, y llevaba a esas horas a Ángel para dejarlo al cuidado de la encargada de los urinarios, hasta la hora cerrar, a las tres o las cuatro de la tarde, después de haber puesto todo el pescado que no se había vendido en cajas de madera, cubrirlo con hielo picado y sal, y fregar el mostrador con estropajo de esparto, jabón de losa y lejía. Y, como todas las placeras, sólo entonces podía recoger a su hijo e irse a casa con él.
Si eso ocurriera ahora, declararían a los niños en riesgo, y le quitarían la custodia a las familias para convertirlos en un rebaño apacentado y estabulado por los servicios sociales.
Ángel creció como todos nosotros, vigilado por todos los placeros y campando libre por la plaza Mayor, escuchando a los charlatanes que lo mismo vendían medias de cristal, peines, sartenes, ollas, aparatos de hojalata rizada para hacer flores de sartén, quinqués, o toballas, embelesando a sus oyentes con sus demostraciones sobre las cualidades irrompibles e ignífugas de sus productos, que siempre iban acompañados con tandas de regalos. A los dos días de comprarlo, el peine empezaba a perder púas, las medias se agujereaban al enseñarles la punta de un pie, el quinqué perdía aceite, las mantas y las toallas se desahacían dejando borra, y el trasto para hacer flores de sartén no retenía ni una gota de masa entre el cuenco y el aceite caliente...
Y mirábamos fascinados a los carteristas, los más elegantes y mejor vestidos de los paseantes, que despojaban a los pardillos con artes de puro malabarismo, y a sus aliviadores que recogían lo robado y dejaban al artista limpio como un querubín si lo pillaba la policía, dispuesto a clamar su inocencia con sonora indignación, en una interpretación digna de un Dicenta.
Quizás por eso, a nosotros, los políticos de la democracia nos pillaron entrenados y con el colmillo retorcido.
En aquellos tiempos, en el kiosco de la plaza Mayor, José Córdoba vendía cuentos de Calleja, novelas de Salgari, Marcial Lafuente Estefanía, El Coyote, sobres sorpresa, tebeos de "Roberto Alcazar y Pedrín", "El Jabato", "Hazañas Bélicas", "El Hogar y la Moda", "Vidas ejemplares", periódicos como "Arriba", "ABC", "La voz de Albacete", y pipas, caramelos, bolicas de anís, paliduz... y en algún sitio, un maestro, en una escuela, nos esperaba con su temible palmeta para meternos en cintura.
La pedagogía se inventó mucho después.

...(continuará)

Imágenes de albacete-fotos.blogspot.com

2 comentarios

rafael villalba sevilla -

Rectifico.
Angel tiene 4 amores: su kiosko, su mujer rosi, la macarena y el albacete balompié.
Cuando se jubilo, ahora tiene mas tiempo para los otros tres.

rafael villalba sevilla -

Angel tiene tres amores: su kiosko, la macarena y el albacete balompié, cuando hace unos meses se junbilo, perdió el primero, ahora tiene mas tiempo para los otros dos.